Una penalización difícil de explicar dejó fuera de juego al británico y regaló el triunfo al finlandés. Verstappen, segundo sin opciones. Sainz se chocó.
El himno ruso atronando la megafonía eriza la piel, pero el circuito de Sochi y sus curvas contraperaltadas de 90 grados no generan, ni de lejos, esas emociones. Ganó Bottas en una pista sin carisma que se le da particularmente bien, le persiguió muy de lejos Verstappen con un Red Bull que no da para nada más y se canceló la fiesta de Hamilton, que debía igualar a Michael Schumacher y no tuvo ni siquiera una bola de partido. Una sanción estúpida para Lewis en las vueltas de calentamiento, por ensayar las salidas sobre una zona no delimitada para ello, le condenó, con diez segundos de castigo, a vagar en el medio del pelotón. Al final fue tercero porque casi ningún contratiempo puede dejar fuera del podio a Mercedes. Pero el récord tendrá que esperar y su enfado fue notable quejándose de las “chorradas” de los comisarios y las decisiones de sus ingenieros. Alguien se levantó con el pie izquierdo en Adler.
El británico salió bien, perdió la posición inicialmente sin el rebufo imprescindible de Rusia pero la recuperó en la Curva 2 ante un Valtteri manso, como siempre. Verstappen pagó la zona sucia y casi le pasan los dos Renault; aunque una vez se afianzó detrás de los coches negros, la remota posibilidad de ganar el gran premio desapareció. Con la parada en boxes de Lewis, que incluía 10 segundos haciendo la estatua, el neerlandés agarró el segundo trofeo. A él le va bien, aunque le queda grande a su monoplaza. Carlos Sainz pagó más caro aún un error impropio de él: salió regular por la suciedad de la trazada, aunque recuperaba puestos cuando alargó la primera frenada y acortó por el interior de esa curva. Pero al intentar regresar por el carril habilitado, tocó los muros y chocó el McLaren. Abandono decepcionante, en Nurburgring será otra cosa.
Pérez se estableció cuarto sin oposición con el Racing Point cuando las paradas en boxes estabilizaron la clasificación. Tuvo que trabajar más Ricciardo, quinto con el Renault, porque una estrategia cuestionable de su escudería les dejó tanto a él como a Ocon atrapados por detrás de un ultradefensivo Vettel. Además, el australiano recibió otra sanción difícil de explicar cuando, en una maniobra orquestada para que su compañero se dejase adelantar, pisó en exceso el interior de la Curva 2 y le cayeron cinco segundos. No importó, porque cruzó con renta suficiente sobre el Ferrari de Charles Leclerc, sexto en meta.
Kvyat, héroe local, se creció hasta el octavo puesto con la mejor estrategia del día y llegó a correr cerca de los puestos de podio. Y Gasly, un luchador hasta la última vuelta, protagonizó un fantástico adelantamiento sobre el piloto que le echó de Red Bull, Alex Albon, para acabar por delante del tailandés en una batalla a tres bandas con Norris. Dos Alpha Tauri superan al compañero de Verstappen, no hace falta decir nada más.
Del resto, dejando de lado las sanciones rigurosas, destaca el plan de carrera de Lando en McLaren: le pararon en la primera vuelta (los accidentes de Sainz y Stroll obligaron a salir al coche de seguridad) y le hicieron acabar la carrera sin neumáticos, 15º, cuando su coche podía luchar por buenos puntos. Llegó por detrás de Raikkonen, que iguala a Barrichello como el piloto con más grandes premios, y delante de los Williams y Grosjean. La mejor acción del día, o quizás la más necesaria, la firmó el francés de Haas: se llevó puesto el corcho inútil que delimitaba la escapatoria de la Curva 2. Una buena metáfora, tomarse la justicia por su mano, el día que otra norma innecesaria (o que se podía resolver con una multa económica) se cargó la lucha por la victoria del GP de Rusia.
Fuente: as.