El ucraniano Oleksandr Usyk cerró un 2024 de ensueño al vencer por decisión unánime al británico Tyson Fury, que, por contraparte, sumó su segunda derrota en el año, y de su carrera, ante el mismo oponente.
No hubo duda en una pelea de contadas emociones, en la cual el monarca volvió a demostrar que es mejor boxeador. Tres tarjetas de 116-112 pusieron en evidencia lo inclinado que estuvo el enfrentamiento, el cual no se pareció en nada al primero.
Fue una pelea de menos luces en comparación a la primera, ya que Fury esta vez no fue un potro desbocado que buscaba acabar la pelea pronto, sino que intentó boxear con las limitantes que su estatura le imponen.
No hubo huecos para ninguno de los dos por donde pudieran hacer daño durante la primera mitad de la pelea, apenas con algunos esbozos de poder del británico, pero sí más inteligencia de un Usyk que atacó constantemente las zonas blandas para marcar e ir mermando a un oponente que no supo contrarrestar.
La velocidad del triple campeón fue un factor que pesó, ya que supo contactar, a pesar de que no hiciera mucho daño; a la defensa, en cuanto le entraron algunos golpes, prefirió mantener la guardia firme antes que ser sorprendido, lo que llevó a que se se viera un duelo de ajedrecistas y de emociones contadas.
Por eso que se llegara a las tarjetas, donde la mayor calidad de boxeo del campeón acabó por inclinar el enfrentamiento que lo deja, tal vez, como el mejor libra por libra hoy en día, aunque, al parecer, es algo que no le llama la atención a un monarca que apenas celebró, como si hubiera sido un día de campo ante un rival que se presumía como un grande en la historia de los pesados.
