Irreconocible, la leyenda Novak Djokovic (1º ATP) logró con sufrimiento el pase para cuartos del Masters 1000 de París-Bercy este jueves con un esforzado triunfo sobre el neerlandés Tallon Griekspoor (23º), por 4-6, 7-6 (7/2) y 6-4, en dos horas y 37 minutos.
Aparentemente falto de energía o con algún problema físico, Djokovic aguantó y salió con oficio de la trampa ante un tenista entusiasta que finalmente pagó su falta de rodaje en los grandes escenarios.
Jugará por un puesto en semifinales con el ganador del duelo entre el vigente campeón Holger Rune (7º) y el alemán Daniel Altmaier (54º).
Djokovic fue finalista de la pasada edición ante Rune, un duelo que podría reeditarse el viernes. En la presente busca extender su récord de seis títulos en la pista cubierta del pabellón a orillas del río Sena.
Brillante un día antes frente al argentino Tomás Etcheverry tras un mes y medio fuera del circuito, a Djokovic parecía servirle este jueves con poner el piloto automático ante un debutante en Bercy.
Entre la intimidación y la limitación de errores le bastó para situarse 3-0 en 12 minutos 4-1 a continuación, justo cuando se produjo el punto de inflexión.
Entonces Griekspoor, de 27 años, liberó su tenis, empezó a jugar sin presión y su golpeo seco por fin hizo daño a Djokovic, que parecía apagarse, sin chispa y aferrado a un esquema de juego conservador. Cambió por completo la dinámica y el neerlandés sumó cinco juegos seguidos para anotarse el primer set.
Desganado, Djokovic se sentó y llamó al fisioterapeuta mientras el bullicioso público nocturno de Bercy le abucheaba. Tras un par de minutos de charla, volvió a la pista e inició la remontada.
En la segunda manga ambos jugadores, con altibajos, conservaron sus saques hasta llegar al tie-break, ‘terreno Djokovic’, que el serbio dejó sentenciado con un 5-0 inicial.
Djokovic seguía a medio gas, sin la gestualidad que multiplica cuando está contra las cuerdas, pero se mantenía vivo, suficiente para lograr una rotura que le daba la iniciativa en la manga definitiva.
Apoyado por el público, Grienkspoor fue capaz de darle respuesta. Entonces por fin Djokovic se despertó, aplaudiendo a la grada y pidiendo de forma irónica más ruido. Esta ‘gasolina’ levantó al serbio, devolviendo la rotura con un juego en blanco (6-5), una ventaja que ya no desaprovechó.