Se le había complicado el partido a la Roma. Es que el Feyenoord, que había hecho la tarea en la ida y había ganado por 1-0 en casa, le plantaba cara a los de José Mourinho en el Estadio Olímpico de la capital italiana.
El férreo conjunto neerlandés no se dejó llevar por delante, prueba de eso fueron los cuatro amonestados que tuvo en la primera parte. Los dirigidos por Arne Slot estaban decididos a ser un hueso duro de roer para una Loba que jugó tranquila, pero que se empezó a desesperar en la segunda etapa.
Sin embargo, llegó el gol que puso algo de calma. A los 60 minutos, Spinazzola abrió el marcador para los locales y el Estadio Olímpico estalló en un grito de gol. Los de Mourinho, ya sin la presión de tener que anotar, cedieron un poco el protagonismo.
Cuando parecía que el 1-0 local llevaría las cosas al alargue apareció Igor Paixao para empatar las cosas y poner entre la espada y la pared a los romanos. Allí fue cuando apareció Paulo Dybala.
El argentino, que venía de una lesión, comenzó en el banco de suplentes y saltó a la cancha al minuto 73. A partir de allí, y en especial tras el empate del Feyenoord, se hizo amo y señor del partido.
Al minuto 89, cuando la desesperación abrumaba a los de Mou, el cordobés se inventó un golazo para mandar las cosas, ahora sí, a tiempo extra: recibió de Pellegrini dentro del área y, en una sola maniobra, giró sobre su propio cuerpo, dominó con la derecha y la dejó acomodada de manera magistral para su zurda. Para finalizar, definió cruzado con su pierna hábil para poner el 2-1.
Ya en el tiempo extra, y con la Roma dominando el partido, el propio Dybala comenzó la maniobra que terminó en el 3-1 de El Shaarawy, otro golazo tras una jugada colectiva que significó el 3-1.
Para ponerle un broche de oro a la noche, La Joya se volvió a lucir con un pase de primera para Abraham, que remató fuerte pero el arquero visitante tapó. En el rebote apareció Pellegrini para sentenciar el 4-1 y poner a la Roma en semis, donde enfrentará al Bayer Leverkusen desde el 11 de mayo.